Toda guía sabe que el Templo de Debod constituye un
símbolo indisoluble de la fraternidad entre los pueblos para
protegerse de una buena causa. Un vínculo tan potente como la misma
piedra utilizada para erigirlo. España y Egipto hermanaron sus
naciones para evitar una inundación.
Nasser llegó a Egipto y, con sus pros
y contras, devino en un líder carismático. Una obra importante para
su legado pasó por ser la Gran Presa de Assuán. No osbtante, el
proyecto incluía un peligro muy real: una inundación, provocada por
el cambio del nivel del agua por la presa, podría asolar los
antiguos templos Egipcios.
Para combatir esta situación, una
coalición internacional intervino para conseguir preservar el valor
ancestral que recubría el patrimonio egipcio. No solo por el
significado actual que podría aportar al turismo egipcio, sino por
el profundo significado que todas sus construcciones entrañaban.
Dicho y hecho: partes enteras de
templos se desmontaron, pieza a pieza, y reubicadas en un sitio lejos
de las aguas invasoras. Abú Simbel, el importantísimo templo, altar
de faraones y dioses de antaño, siguió este proceso de protección.
El Templo de Debod, asimismo, fue uno de los salvaguardados.
En la actualidad, el Templo de Debod
ocupa una parcela al aire libre, cerca de la Plaza de España y del
Parque del Oeste. Está a disposición del público. Digno tributo a
un sitio que ha visto desfilar, a lo largo de sus más de 2200 años
de antigüedad, a civilizaciones enteras.
Sobre el por qué de la construcción
del Templo de Debod, hay que remontarse en la historia hasta el
reinado de Meroe Adijalamani. Este líder dedicó el templo original
a los dioses Amón e Isis. Posteriormente, la dinastía ptolemaica lo
ampliaron y crearon diversas estancias alrededor de la capilla
inicial.
La llegada del Imperio Romano
significó, además de la última etapa de la otrora esplendorosa
civilización del Nilo, el desarrollo y decorado final del edificio.
Paradojas que nos deja la musa de la Historia.
Egipto obsequió a España con el
templo con motivo de la labor desarrollada para preservar su
patrimonio. Así, de la misma manera que había sido desmontado, se
trasladó y se colocó, ladrillo a ladrillo, en el sitio en el que
reposa hoy.
El Templo de Debod fue visitado por
primera vez por sus vecinos el 20 de julio de 1972. Lógicamente, no
gozaba de todo el esplendor de cuando fuera construido: dejando a un
lado su extrema antigüedad, no se contaba con planos 100% precisos
acertados y algunas piedras se extraviaron por el camino.
También es cierto que el templo no
contó con todo el cuidado que requería al principio pero a día de
hoy se está realizando un esfuerzo extra en preservarlo. A él y al
conjunto que integra el denominado Parque de la Montaña.
Ya hace más de cuarenta años del
arribo del Templo de Debod. Y eso que no siempre le ha sido fácil
resistir a la Ciudad. Factores como su dura climatología, junto a la
creciente contaminación ambiental y acústica de la ciudad son
elementos de desgaste. No se preocupen, no obstante: promete
resistir.
Desde su posición en el Parque del
Cuartel de la Montaña, el templo continúa desafiando al tiempo. Es
importante destacar que, al momento de ser llevado a la capital
española, ya se encontraba en estado de deterioro. El compromiso
español ayudó a restaurar una pieza de arte religioso que llegó a
sufrir de manera regular inundaciones a lo largo de 50 años.